Publicado: 04/12/2023 09:32h. Lecturas: 9342
Los Paladino buscan producir la mayor cantidad de crías posibles en Bolívar y para ello dispusieron 1500 vacas sobre 1600 hectáreas ganaderas; hacen la recría en tierras de terceros.
Marcelo Paladino y su hermana están a cargo de un campo familiar de 2600 hectáreas en el partido de Bolívar, una zona periódicamente complicada por el agua al estar en la Cuenca del arroyo Vallimanca.
Es un campo mixto, con 60% de la superficie con aptitud ganadera, en la que desarrollan un planteo de cría con hacienda propia y recría y engorde en empresas de terceros. El 40% restante se orienta hacia la agricultura, también desarrollada con terceros. El asociativismo es un valor para los Paladino, que ejercen en todas las actividades de la empresa.
“Con mi hermana tenemos espíritu ganadero y nos focalizamos, desde hace años, en construir una fábrica de terneros. Es decir, producir la mayor cantidad de crías posibles en el campo; para ello hemos dispuesto 1500 vacas sobre 1600 hectáreas ganaderas”, cuenta Marcelo Paladino.
La cría se desarrolla principalmente sobre campo natural, que se va mejorando gradualmente. Además, se utilizan diferidos de maíz y sorgo con alta carga para el invierno, para descansar varios meses el campo natural. Luego del invierno las vacas van a praderas cultivadas de festuca y tréboles, antes de volver a los campos naturales.
El servicio es de primavera y se va acortando anualmente, al pasar de un período de noviembre-febrero original a un entore de 60 días. El destete de los terneros se realiza del 15 al 30 de marzo, con 180-190 kilos. Se encierran en un corral con suplementación donde se les enseña a comer ración.
La reposición de hembras es con la propia producción de vaquillonas, con 15 meses y 320 kilos, pero su recría se realiza 100% en campos ajenos, lo que permite alcanzar gran eficiencia con el planteo de cría del campo propio.
La empresa tiene la convicción y la cultura del asociativismo. Entonces, un 50% de los terneros se vende en forma directa a engordadores, y un 50% se recría asociado con otros campos en Azul y 9 de Julio. Este sistema “permite utilizar los suelos con aptitud agrícola para producir granos, al tiempo de diversificar el riesgo climático”.
“El costo de la recría con esta modalidad es muy similar al de la recría en campo propio, y nos ha dado muy buenos resultados”, califica Paladino.
Pasos
El paso siguiente, siempre en el marco de las asociaciones, fue llegar al novillo gordo. “En 2023 nos asociamos con un feedlot, mediante un acuerdo a porcentaje de lo ganado, liquidado en forma proporcional a los aportes. Es decir compartimos la ganancia y nos alejamos de los modelos de hotelería y de pago por el alimento consumido”, diferencia el empresario.
“Con la pasión ganadera que nos impulsa, desde hace tres años, completado el plantel, decidimos mejorar su calidad genética. Empezamos a trabajar con Santiago Debernardi buscando avances rápidos pero consistentes. Para eso, cambiamos los toros que se usaban y organizamos el servicio del rodeo con 90% de inseminación artificial y toros con datos para el repaso”, rememora Marcelo.
El mejoramiento que se incorporó “permitió recriar las vaquillonas para reposición con mayor calidad genética, tanto en conformación y funcionalidad, como en el logro de más terneros cabeza y mayores pesos al destete”, se entusiasma el ganadero.
En el rodeo general, Paladino y Debernardi seleccionan por facilidad de parto, bajo peso al nacer y alto ritmo de crecimiento de los terneros, pero sin incrementar excesivamente el peso adulto. Últimamente, también le están prestando atención a selección por eficiencia de conversión de alimento en carne de cada ternero.
La incorporación de la inseminación artificial en el campo generó beneficios que van más allá de la mejora genética: obligó a eficientizar todo el manejo del rodeo con protocolos compartidos con todo el personal. De esta forma, en pocas semanas se concentraron los nacimientos, que resultaron más controlables.
Asociativismo
“Estamos contentos con los resultados de estas acciones, que conforman un programa de largo plazo y que requiere mucha continuidad, compromiso y profesionalismo con el proveedor de genética, con el equipo que realiza la inseminación artificial y con el veterinario que asiste a la empresa, en el marco de un trabajo muy coordinado”, resume el productor.
El asociativismo también se concreta en los desarrollos agrícolas. Además de producir granos, los acuerdos con terceros establecen la obligación de mantener la cobertura de los lotes, permitir el pastoreo de los rastrojos y el establecimiento de camas biológicas para la limpieza de las pulverizadoras buscando sinergias con los asociados.
La vocación por el asociativismo también incluye la producción de semilla forrajera. “Hay lotes de festuca que se pastorean durante el invierno y el proveedor de semilla los cosecha a fin de año buscando un negocio que favorezca a las dos partes”, referencia Marcelo.
En todo el sistema se respira el concepto de ganadería regenerativa, definida una actividad que busca la recuperación de la fertilidad de los suelos y la restauración de los ciclos de nutrientes, de energía y del agua. Está fundada en prácticas de pastoreo rotacional planeado, genética vacuna adaptada localmente, restauración de hábitat para la fauna silvestre y prevención de erosión.
Energía limpia
En el campo de los Paladino se instalaron paneles y calentadores solares. Con los primeros se abastece de energía al campo y queda un remanente para venta a la Cooperativa Eléctrica de Bolívar. “Con las instalaciones propias tenemos un ingreso adicional y se evitan los cortes frecuentes de energía de la red que ocurrían en verano”, apunta Paladino. Con los calentadores solares redujeron en 40% del consumo de gas licuado. Esta es una herramienta que podría ser usada con ventaja para toda ahorrar energía en todo el país.
En la empresa también apuntan a la captura de carbono. Los bonos de carbono son un método de compensación de emisiones de dióxido de carbono que permiten a empresas reducir el impacto de su huella de carbono. Cualquier empresa/individuo puede acceder a la adquisición de estos bonos; la compra se realiza con el objetivo de compensar las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la compañía debido a, por ejemplo, sus procesos industriales.
Los Paladino crearon 50 hectáreas de montes de algarrobo y acacio blanco desde 2016, para que sean certificados con miras a cobrar bonos de carbono. La empresa aporta el campo y un inversor desarrolla el monte cuantificando cuánto carbono se está recuperando. Y de lo que se cobre por los bonos cada uno se quedará con una parte. Los bonos de carbono ya tienen un valor en el mercado y la clave para capturarlo es ver quién los necesita para seguir operando en su negocio.