Publicado: 26/10/2022 07:49h. Lecturas: 5725
En 2024 podría haber entre 700.000 y 1,2 millones de terneros menos.
Una tormenta perfecta describe un evento en el que una combinación de circunstancias agrava drásticamente una situación, clima, economía, medio ambiente, etcétera.
En un principio la pandemia, a posteriori la guerra de Ucrania, en tercer lugar una posible recesión global y para la Argentina una sequía histórica que afecta seriamente la actual producción agrícola y ganadera, hace que los muchos eventos negativos que se dan en un periodo de tiempo breve generen consecuencias que afectan al sector agropecuario de manera muy grave.
Es cierto que esto va a pasar, las lluvias retornarán y la situación lentamente volverá a normalizarse. Por otro lado, en ganadería, que es el objetivo de esta nota, debemos ser optimistas por una demanda mundial de carnes que se volverá a afirmar con buenos precios y un producto como la carne argentina que tiene un prestigio por su calidad que la ubica muy positivamente en el mundo.
1. En el mercado interno. La enorme sequía lleva a una sobreoferta. Parte de la recría a pasto salió al mercado generando una baja en los precios de la invernada de hasta $100 por kilo vivo, hay una fuerte caída del precio de la llamada vaca china por encima del 50%. Se han vendido en el mercado de Cañuelas vacas a $150 por kilo, contra $240 a 260 de hace 30/40 días, y hay un mercado del gordo que no mueve hace ya más de 60 días. El consumo de carne vacuna per cápita está debajo de los 50 kilos por habitante por año, se ubica en los más bajos de la historia, no por los precios de la carne, que en un análisis interanual de los distintos cortes registró un incremento del 1,78% durante septiembre de 2022 con respecto al mes de agosto. En términos interanuales, la carne incrementó su precio en 67,5% ubicándose por debajo del aumento general de precios estimada en 83,9% interanual. Es claro que la baja del consumo de carne vacuna está relacionada con el poder adquisitivo del salario y no al precio de la carne en el mostrador, que a moneda constante está entre las más baratas del mundo. Por otro lado, no debemos dejar de comentar que el consumo total de carnes, sumando vacuna, aviar y porcina se ubica encima de los 110 kilos por habitante por año, con lo que el consumo de proteínas de los argentinos se encuentra entre los cinco más altas del mundo.
2. En el mercado internacional. La Argentina tiene un solo comprador, China, que lleva el 75% de la carne que el país vende. Por otro lado, hay un vendedor muy competitivo que es Brasil, que abastece al mismo cliente y que convalidó la baja de valores de hasta un 35%. China no dejará de comprar, pero lo hará con menores volúmenes y precios más reducidos. La explicación del porqué de esta situación se da, entre las causas más importantes, por la devaluación de la moneda china frente al dólar, un mayor abastecimiento de carne de cerdo y no debemos olvidar que entre octubre 2021 y mediados de enero de 2022 Brasil estuvo suspendido para exportar por dos casos sospechosos de “vaca loca”, lo que disparó los precios de la llamada “vaca china”. Por otro lado, la cuota Hilton, que se vende para ser en general consumida en los circuitos de restaurantes y hoteles, debido a la crisis por las subas de la energía en Europa genera que parte de la población restrinja sus gastos afectando al consumo y el turismo y derivando en una baja en el precio de esta cuota del orden del 26%.
3. Tranqueras adentro. La ganadería Argentina tuvo en los últimos años un aumento de su eficiencia productiva extraordinaria, mejorando, entre otras cosas, su índice de destete del 61/62% al 66/67%. Esa suba fue debida, entre otras causas, a que los precios de la vaca de “descarte” y de la invernada fueron muy atractivos generando una posibilidad de que los excedentes financieros se volcaran a mejoras en pasturas, instalaciones, planes sanitarios etc., demostrando una vez más que el mejor plan ganadero es la rentabilidad del sector. Esta rentabilidad está siendo afectada seriamente por la inflación y, sobre todo, por la sequía.
El mayor riesgo en esta coyuntura es el destete 2024. Los terneros para el destete 2023 ya están, la parición está prácticamente terminada, pero la preñez de este servicio está seriamente amenazada. Una baja de preñez en las principales zonas de cría, del orden del 5 al 10%, nos llevará a tener en el destete 2024 entre 700.000 a 1.200.000 terneros menos con todo lo que ello implica para al abastecimiento del mercado interno.
Es por ello que las herramientas disponibles que tenga el productor deben ser usadas y el Estado debe estar para ayudar sobre todo a los productores chicos y medianos que no tienen espalda para superar esta crisis. Las vacas se preñan cuando el balance energético es positivo, si la energía (forraje) que el vientre necesita para ciclar y volver a preñarse no alcanza, no hay preñez y no hay destete en el 2024. Es por ello que el productor que se quedó sin recursos forrajeros suficientes debe aumentar la oferta (rollos/balanceado), bajar la carga, sacando las categorías improductivas o recurrir al destete precoz como técnica para bajar la demanda energética del vientre. Es un gran esfuerzo físico y financiero, pero pensemos que no tener suficiente destete a partir del otoño 2024 va ser un golpe durísimo para muchos productores.
El autor es productor agropecuario