Publicado: 11/10/2018 09:22h. Lecturas: 10154
Los Guerobe ajustaron el manejo del rodeo de 176 vientres en 63 hectáreas, con resultados positivos.
El establecimiento ganadero San Pedro, en Río Negro, es un ejemplo de cómo aprovechar al máximo los recursos en una superficie acotada, y obtener muy buenos resultados en base a un ajustado manejo de las variables productivas. Ubicado en el kilómetro 985,5 de la Ruta Nacional 3, a unos 18 kilómetros de Viedma, el establecimiento de Pedro Guerobe se distribuye en una superficie de 63 hectáreas, entre propias y alquiladas. Tercera generación de productores ganaderos de la zona del Río Colorado, Guerobe se dedicó durante 20 años a la horticultura, hasta que dio sus primeros pasos en la ganadería.
En este rincón del sur argentino, todo se aprovecha al máximo y las cifras productivas llaman la atención. En las 63 hectáreas, de suelos arcillosos y pesados, se distribuye un rodeo de 176 vientres Angus, entre vacas adultas y vaquillonas de reposición. El manejo comienza en los servicios, naturales y estacionados para las vacas durante los meses de octubre a diciembre, con reproductores de frame moderado. En el caso de las vaquillonas, se realiza inseminación artificial a tiempo fijo (IATF).
“El ciclo reproductivo de los vientres se extiende por las buenas condiciones de variables como pasturas en base a alfalfa, agua dulce y poco desgaste”, explicó el ganadero. Un repaso por algunos números sorprenden, como el caso de la carga animal, en donde manejan un elevado coeficiente de 4,2 EV/HA, con una base de pasturas de alfalfa y silo de maíz, que se sostienen en base a riego artificial, mediante el uso de sifones.
Con una producción maicera de que oscila entre los 12 y 13.000 kilos /hectárea, el cereal es la llave –junto a un detallado manejo sanitario- que permite alcanzar estas cifras. “ El silaje de maíz puso otro piso a la chacra, con esta carga nosotros necesitaríamos 2.500 hectáreas y lo logramos en 54”, reconoció, y agregó que hace un año implementaron el creep feeding.
El plan sanitario es un pilar fundamental en este planteo intensivo de alta carga por hectárea. Al momento de su planificación se tienen en cuenta enfermedades respiratorias como IBR y diarrea viral y neonatal, que presentan una alta tasa de contagio y en el caso de elevadas cargas son letales.
Al momento de los servicios no hacen un repaso, salvo en el caso de algunas vaquillonas seleccionadas, que en un futuro formarán parte de una cabaña. El porcentaje de preñez obtenido para este ciclo fue de 94%, con 92% de parición y un destete del 90%, cifras que causan envidia en más de un campo ganadero de la zona pampeana.
Con un peso al destete de 250-260 kilos, la producción de invernada se divide en dos caminos. Las hembras de destinan a engorde en su totalidad, en base a una dieta compuesta por silo de maíz, rollo de alfalfa y maíz. “Hacemos alguna selección, porque apuntamos a llegar a 220 vacas madre ampliando la superficie”, analizó.
Por el lado de los terneros, después de un período de adaptación pasan a un silo de autoconsumo de maíz, con un concentrado proteico al 20%. “Apuntamos a un ciclo completo, este año vendimos 35 machos como destete pesado y el resto lo terminamos como novillito de 350-380 kilos para consumo interno”, explicó.
A la hora de enfocar los negocios, manda el mercado interno y por cada novillo de 350 kilos, Guerobe recibe 56 pesos libre de gastos, que es cargado en su propio establecimiento. En el caso del mercado externo, si bien es visto con buenos ojos, implicaría un cambio en la matriz productiva. “Para apuntar a un animal más pesado una de las opciones sería inseminar con toros de un frame más elevado”, estimó.
De esta manera, el uso eficiente de los recursos, sumado a una sanidad ajustada al detalle, permiten el desarrollo de la ganadería patagónica, que puede posicionarse de manera eficiente tanto en el ámbito doméstico como en los mercados externos.